martes, 21 de junio de 2011

historias

En uno de los interminables viajes en el metro, entre mareo y mareo estos días, (le echaré la culpa a la fiebre de estos pensamientos). Me he parado a mirar un poco más a las personas con las que he ido compartiendo vagón. Más allá del puro cotilleo (esa vena, la he dejado a un lado por esta vez), he visto sonreír a algunas personas y me he preguntado por qué lo harían, o les he visto discutir por teléfono, incluso llorar... A veces vamos tan ocecados con nuestros propios pensamientos, con nuestra propia historia, que no nos damos cuenta que el resto de personas también tienen la suya propia. Sus propias pequeñeces o "grandeces" que hacen que su día a día sea mejor, personas que están malas (como yo), personas que no son felices con su vida (o sí), personas que van a trabajar contentos por tener un trabajo con el que poder mantener a su familia, personas con prisa por llegar a no sé dónde... tal vez les esté esperando alguien, o tal vez no.
Seguramente si conociésemos la historia de cada persona con la que nos cruzamos cada día les miraríamos de una manera diferente. Puede que entonces nuestra historia ya no nos pareciera tan importante a su lado, daríamos importancia a cada gesto en cada una de ellas, porque sabríamos PORQUÉ lo harían así y no de cualquier otra manera.
Ya que es imposible conocer la historia de cada uno de ellos, me parece bonito que haya personas que nos rodean que estén dispuestos a compartir su GRAN historia con nosotros; incluso que formemos parte de la historia de más de una de ellas.

1 comentario:

silbiditos!