Nadie nos avisa, pero de repente sucede. Si supiéramos de su importancia seguramente nos vestiríamos de otra manera (con lo mejor que tengamos en el armario), nos echaríamos un poco de colonia más, nos echaríamos un toque más de maquillaje, y allí, esperaríamos ese momento con la mejor de nuestras sonrisas. Pero no, esa es la magia del momento, que no sabemos qué va a suceder, y aún menos la manera en que pueden marcarnos una conversación, un llegar tarde, un esperar al metro, un subirte en el vagón que otra persona, el ir al mismo sitio, el tener amigos comunes y por tanto, poder mantener una conversación (medianamente normal, teniendo en cuenta las horas y el día de la semana).
Seguramente a mi me pilló así, con el pelo totalmente despeinado, sin manejar demasiado bien los tacones, sin saber las palabras exactas que decir, y sin saber por qué dije las que dije...
Da igual, aquel 22.O2.2OO9 marcó un antes y un después, porque aquel chico "mono" que encontré en una fiesta allá por mis catorce años, y del que no supe mucho más en todos estos años; entró a formar parte de mi vida, para cambiarla y para quedarse.
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silbiditos!