Y a pesar de ser domingo, tengo una felicidad incontrolada...
Que mañana haya que madrugar no la corrompe, ni que tengamos clase también por la tarde (nada que las Lauras no podamos superar juntas); tampoco importa que estén apunto de llegar mis abuelos y con ello el día en familia-feliz, no importa que ayer al final no saliese, y no importa que no te viese (bueno, eso sí importa un poco). No importa porque en 7 días todo dará igual. No importa porque por una vez las cosas salen como esperaba, salen bien; no importa porque ayer me demostraste bastante y cerraste mi bocaza!
Aunque ayer volviese a odiarte, en realidad supongo que era tu ración diaria, porque es lo que suele haber día a día, un poco malo y mucho bueno, (al menos en estos días desde el último bajón). Además es un odio que no me creo ni yo, es más bien un intento de odio.
También aumentan las ganas de contarte todo, de hablarte de esto, de lo que pasa por mi cabeza, de decirte lo que hay tal cual. Pero en cuanto empiezo a decírtelo me echo para atrás, supongo que esa sería mi última carta, todavía no está dicho todo. Todavía faltan 12 días. 12 días que deberían verse aumentado con lo de ayer, que fue mucho, fue más que mucho en realidad. Si supiera que iba a ganar diciéndote todo esto ya lo habría dicho, sé que no me sentiría mal si sirviese de algo, pero aquí de nuevo entra la magia de la vida, y no sé qué pasaría entonces.
A si que de momento me vuelvo a quedar aquí, como mis pensamientos en mi cabeza, mis sentimientos muy dentro de mi, y yo en casa... Al menos un día más.
Dentro de 12 días... buf! para entonces puede haber pasado de todo, es lo que tiene vivir la vida de esta forma en que la vivo yo, que tiene miles de millones de defectos y de imperfecciones, pero que ya no se puede cambiar.
Observar la vida desde distintos ángulos, el ángulo izquierdo, el de la cordura, esa parte de nuestro raciocinio que nos hace ver las cosas de manera objetiva, salvando obstáculos y barreras, buscando soluciones a los problemas, poniendo un punto y final a todo aquello que no tiene sentido más allá del presente y buscando alternativas idóneas para afrontar el futuro. Forma parte de nuestra consciencia, pero su mérito está en lo trabajado por el subconsciente, formando esos mecanismos de defensa ante el mundo y con una capacidad de aprendizaje que sólo el ser humano es capaz de utilizar. Nuestro ángulo derecho, esa parte no dominada por la razón, aquella que nos hace vulnerables al mundo externo, que nos puede hacer felices pero a la vez puede implicarnos dolor, esa porción subjetiva que en ocasiones no te permite tener una visión del mundo real, es aquello que hace que te ilusiones por una nueva experiencia pero que a cambio te produce caer en el abismo de la duda y la inseguridad. El conjunto de estos dos ángulos de visión forman lo que denominamos persona.Cuando el segundo se superpone al primero existe un fallo en el sistema que hace que nuestras reacciones sean un conjunto abstracto de ideas irracionales y fantasía. En cambio, si es el primero el que lo hace, una cierta frialdad se apodera de ti. ¿Dónde se encuentra la dosis perfecta de ambos? Yo no tengo la respuesta, tal vez el equilibrio no exista, tal vez dejarse llevar por el ángulo izquierdo sea más propicio, o sea más adecuado aplicar una de las dos visiones para momentos distintos. Lo único que puedo deciros es que separar uno del otro es imposible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
silbiditos!