Hay noches de mierda, en las que vuelves a casa y te duermes pensando en que quizás mejor no haber salido de casa, y quedarte viendo un programa de cotilleos, de esos en los que no existen tus problemas existenciales...
Y hay noches de mierda, en los que vuelves a casa y no quieres que termine así la noche. Noches de mierda, en los que una llamada de tan solo 30 segundos lo cambian todo.
Gracias por esos 30 segundos. Por aguantar mis tonterías y por seguir estando tan cerca aunque esté enfadada.
Porque un tal 20 de agosto decidimos que merecía la pena seguir luchando por esto, y ni un momento me he arrepentido de esa decisión, y creo que es la decisión mejor elegida de mi vida.
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silbiditos!