domingo, 24 de enero de 2010

¡Felicidades Mamá!

Con mi madre tengo una relación muy extraña, es a quién tengo de cómplice en casa. Cuando la convences a ella de algo ya sabes que vas a conseguir eso que quieres, porque ya se encarga ella de convencer a papá... A veces cuando hablo con ella hasta parece que me entiende, seguramente le deba a ella el poder irme a Burgos de vez en cuando =) ... Ella es la que siempre trae de la compra algún caprichito para nosotras. Sé que hace mucho por mí cada día.
Pero buf! Nadie como ella para sacarme de mis casillas, ella siempre dice:"No sé cómo os lleváis tan bien Javi y tú,, los acuario y los virgo no se llevan especialmente bien." a lo que yo respondo "desde luego contigo no hace falta que lo juren" y así justifica ella que choquemos tantísimo, que podamos estar sin hablarnos varios días, que la diga que no la soporto o que no se puede tener una conversación con ella. Siempre he echado menos cosas como el irnos juntas de compras, o ese tipo de cosas que cuando iba al colegio la gente contaba que hacía con sus madres normalmente. Aunque también ha tenido sus puntazos, como cada sábado por la mañana, que nos traía el desayuno a la cama, o cuando se ponía a hacer el tonto con nostras: que si vestirnos de mil cosas, que si hacernos fotos. Además, tengo que reconocer que me aprovechaba un poco de ella. Los primeros años de colegio (3-4-5 años) siempre conseguía que me llevara en brazos y que la vuelta a casa también fuera así. Ella me decía cada mañana: "Hoy vas a ir andando Laura", y me dejaba en el suelo y se ponía andar, con la esperanza de que yo, al verla alejarse, saliese corriendo detrás de ella, pero no, yo me quedaba allí de pie, el tiempo que hiciese falta viéndola alejarse, hasta que al final terminaba volviendo a por mí (y por supuesto cogerme en brazos). Siempre me recuerda lo mal que lo pasaba las veces que se me salió el hombro, como yo no me movía absolutamente nada ni siquiera cuando ya me lo habían colocado. La única manera de hacerme mover el brazo era poniéndome el chupete a cierta distancia para que mi pasión por él me hiciese moverme y cogerlo, y descubrir que ya no me dolía.

Antes, cuando me despertaba por las noches la llamaba siempre desde mi habitación (me daba miedo ir a la suya en medio de la noche), entonces mi hermana se despertaba y la llamaba aún más fuerte. Cada noche, durante un par de años o más. Al final me iba a dormir con ella, cambiándole el sitio a mi padre. Más tarde pasaron a la infusión esa asquerosa que me daban y tardaba siglos en tomarme, ella con toda la paciencia del mundo esperaba hasta que me la terminase para poder volver a dormir todos.
Y en aquella época en que toda la atención se centraba en que yo comiese, me traía cosas que me gustaban, para ponérmelo un poequito más fácil. Aunque bueno, eso supongo que lo sigue haciendo...
Yo sé que como madre siempre se ha portado bien, que lo ha hecho y lo está haciendo lo mejor que puede; pero cada uno tenemos nuestras cosillas que hacen desesperar a cualquiera, como su intento por agradarnos con el Atleti (cuando todos sabemos que a ella el fútbol le trae sin cuidado), o cuando habla de política, o que siempre tenga que llevar la razón (seguramente lo que nos hace chocar de eso sea que a mi también me encanta) o esa tosecilla nerviosa y crónica que tiene...
Pero en el fondo, y aunque esto no sea un intento de promesa de llevarme mejor con ella, ella sabe que la quiero.

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silbiditos!